martes, 13 de noviembre de 2007

La Ñ (Art. en Clarín) Defendiendo lo nuestro...



UN SIMBOLO CULTURAL

La Ñ resiste: la letra clave del español ya llegó a Internet y ahora va por más

Las direcciones ubicadas en España ahora pueden incluir la Ñ. Pero falta que esa posibilidad se extienda a otros países. Cómo fue el origen de esta letra, exclusiva de un idioma que usan 500 millones de personas. A fines de 2006 se dio a conocer en España un anteproyecto de ley dentro del área informática, impulsado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITyC). Su objetivo: incluir en Internet algunos caracteres castellanos, portugueses, valencianos, vascos o catalanes, entre ellos nuestra emblemática ñ.

La propuesta apuntaba a que esos caracteres aparecieran en nuevos dominios, con la extensión ".es". Finalmente, se aprobó el proyecto de Ley de la Sociedad de la Información que establece el servicio "Petición de dominios multilingües.es", es decir: se puede poner un sitio web que tenga en su dirección esos caracteres si el sitio lleva el dominio que corresponde a España. Los dominio en la red se refieren a un territorio político y se construyen con dos letras del nombre de un país: Argentina = ar; Uruguay: uy; Chile: cl. El dominio ".es" significa sólo España.

No existe ningún acuerdo internacional para que caracteres como la Ñ pudieran incluirse con las extensiones propias de todos los países de habla hispana, como ".mx", para México, ".ar", para la Argentina.

El 5 de noviembre, en la Real Academia, el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sus ministros Juan Clos (MITyC) y César Antonio Molina (Cultura), la actual directora del Instituto Cervantes, Carmen Cafarell y el director de la RAE, Víctor García de la Concha, junto a los presidentes de las 22 academias de los otros países de habla hispana, celebraron que la letra ñ se pudiera comenzar a utilizar en los dominios de Internet.

Tras el acto, el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Barcia, dijo a Clarín que ve con alegría que "la pobre letra Ñ, maltratada por la tecnología anglosajona", no se haya rendido, que haya dado batalla. En este triunfo influyó, afirma, que el Instituto Cervantes la tenga como uno de los logos estilizados y "que la revista argentina de cultura Ñ, de Clarín, la haya hecho título y bandera".

Los signos gráficos que se incluyen no se habían utilizado hasta el momento, según García de la Concha, por razones "técnicas". Existía una "limitación en el sistema binario de siete 'bits'", lo que suponía que había un total de 128 posiciones, que ya estaban ocupadas por el alfabeto anglosajón. El reciente paso de siete a ocho 'bits' multiplicó las posibilidades, lo que ha permitido los dominios multilingües.

No todo el mundo se queda tranquilo con esta explicación. Dice el dramaturgo Rafael Spregelburd: "Desconozco los motivos por los cuales no hay eñe en Internet, pero sospecho que no deben ser totalmente técnicos. La gran red de democratización de la información sigue sólo el modelo de democratización norteamericana: es decir, representa sólo a una parte de todos los hablantes del mundo. No me sorprende: Internet fue pensada en inglés. Pero ya es hora de que se la piense de nuevo, ¿no? La pesadilla anticipada por Zamenhof, quien diseñó una lengua universal, el esperanto, se cumple al pie de la ley: el idioma universal no es el más sencillo, ni mucho menos el más perfecto, sino sencillamente el idioma del Imperio".

El idioma latino no poseía inicialmente un sonido eñe, explica el lingüista José Luis Moure, titular de Historia de la Lengua en la UBA e investigador del CONICET. "Sin embargo, la eñe apareció luego en razón de un mecanismo por el cual, en algunas combinaciones de sonidos, el primitivo lugar de articulación se desplaza hacia el paladar. Así, "vinea" pasó a ser "vinia". La n, influida por el punto donde se articula la i retrajo la lengua hacia el paladar, lo que determinó que se dijera viña; algo semejante pasó con el grupo gn y entonces "lignu" se transformó en "leño". En castellano también se cumplió este proceso en palabras que tenían dos enes juntas y así "annu" terminó en "año" y "canna" en "caña".

¿Cómo respondió el alfabeto latino a esas modificaciones si no tenía un signo para representarlas? Moure explica que durante siglos se escribió vinea aunque se pronunciase viña. Pero a medida que las regiones del antiguo imperio romano se conformaron como dominios diferenciados, necesitaron reformular el código gráfico y adecuarlo a sus novedades fonológicas. Por eso, cada ortografía "nacional" escogió una determinada modalidad. En el caso de la eñe, otros idiomas latinos optaron por representarla mediante dos caracteres: en portugués lo hacen con nh (Espanha), en francés e italiano, con gn (Espagne, Spagna); en catalán, con ny (Espanya).

¿Y de dónde salió esa extraña virgulilla -la ondita- de la Ñ?

Esa virgulilla es una "n" abreviada. "Los antiguos copistas -dice Moure- habían desarrollado una serie de signos que hacían menos gravosa la tarea de escribir. Los escribas castellanos superponían las enes finales como tildes horizontales sobre la letra precedente. Para escribir "nn" con el sonido de la actual eñe (Espanna), se consolidó este uso. La primera ene se escribía en su forma habitual y la segunda arriba, con un rasgo horizontal recto u ondulado".

Bienvenida a Internet, claro, ¿cómo va a seguir ausente esta letra del sombrero enrulado, del firulete, que es casi un emblema de nuestro idioma? Tanto lo es que la novelista y autora teatral Claudia Piñeiro tematizó en una obra las omisiones reiteradas de la eñe en su propio apellido como metáfora de la privación de la identidad. "El problema que le aqueja a esta protagonista", dice Piñeiro, "es que la compañía eléctrica, con una suba de tensión, le quemó la heladera. Cuando va a hacer el reclamo no se lo aceptan porque en el DNI dice Piñeiro y en la factura Pineiro, entonces no puede demostrar ser quién es. A partir de allí se interna en una serie de laberintos kafkianos".

Condensa una lengua y una cultura
Por: Carmen Cafarell
Fuente: Directora del Instituto Cervantes
La eñe es la decimoséptima letra del abecedario español. Su peculiaridad reside en que no existe en el orden latino internacional y esa peculiaridad se entiende al adentrarnos en su origen. Esta letra nació de la necesidad de representar gráficamente un nuevo sonido, inexistente en latín. La eñe surgió, por lo tanto, al tiempo que surgía el castellano medieval en su forma escrita.

La eñe fue tomada del castellano por otros idiomas como el aymara, el bubi, el guaraní, el quechua o el tagalo; y con ellos y con el castellano y su expansión geográfica la eñe fue entrando en la comunicación escrita de millones de hablantes. La última de sus conquistas se ha forjado en Internet. Su reconocimiento internacional ha llegado a los dominios virtuales, de los que había estado excluida sin más motivo que la inercia impuesta desde ámbitos informáticos anglohablantes.

Con ñ escribimos en español desde el siglo IX y hoy la ñ está presente en los dominios de Internet, el medio de comunicación escrita del siglo XXI. La ñ preside el logotipo del Instituto Cervantes por una razón: es una de las representaciones gráficas más breves y poderosas, en una única letra se condensan la lengua y la cultura hispana. La eñe simboliza el idioma en el que se comunican hoy cerca de 500 millones de personas: el español.

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