viernes, 23 de noviembre de 2007

Sobre la diversidad sexual. Partes de una entrevista a Muriel Villanueva


Buenos Aires 2007.

¿Cuál ha sido para vos la repercusión de tu material?

En un primer momento hubo mucha repercusión mediática, pues era el momento de debate de la ley española para parejas homosexuales. Por fin se le daba la voz a una hija. Pero para mí lo más importante ha sido saber que se ha contado conmigo desde los colectivos y, sobre todo, que muchas parejas homosexuales me hayan dicho que mi libro les ha ayudado mucho a la hora de decidirse a tener hijos o a la hora de sentirse mejor hacia ellos. Con una sola pareja que me hubiese dicho esto, mi libro ya tendría un sentido para su existencia. Todo mi esfuerzo ya sería recompensado. Así que ya te puedes imaginar lo que significa para mí que el resultado sea mucho mayor que eso.
Sin embargo nunca pretendí que los únicos lectores fuesen los que pertenecemos a este tipo de familias. Siempre quise que fuese un libro para todo el mundo: la normalización de la realidad de los hijos e hijas de gays y lesbianas pasa por la mirada de toda la sociedad. Creo que mi libro, en parte, también servirá un poquito para eso. Lo digo modestamente; sé que las cosas van lentas, pero si ayudo un poquito, habré servido de algo.

¿Por qué se te ocurrió escribir sobre esta temática?

Sinceramente, por la rabia y la impotencia que sentía al escuchar opinar a muchos estamentos sociales sobre nuestra realidad familiar. Nunca jamás se oyó la voz de un hijo o hija, ni siquiera de ninguna lesbiana. Como mucho algún gay cristiano. Al menos eso es lo que yo pude escuchar en los medios de comunicación de masas, aunque quizás en algún medio más alternativo sí se hiciera, no sé. Yo sabía que alguien tenía que hablar por nosotros y por nuestros padres y madres. ¿Quién mejors que una hija de familia homoparental puede defender su causa? Era un momento en que los homosexuales con hijos eran a veces etiquetados de egoistas por no pensar en las repercusiones que su orientación sexual podía tener en un sus hijos. Como si la homosexualidad fuese equiparable a un problema, enfermedad, adicción, o decisión libre. Como si no fuese algo limpio y natural. Tenía la necesidad de dar mi punto de vista, de decirle al mundo que el amor de mis madres era un muy buen ejemplo para cualquier niño, mejor incluso que muchos otros. Bueno, creo que se trata sobre todo de defender la diversidad familiar y, sobre todo, su existencia y su normalidad. Parece que nos la acabemos de inventar, cuando en realidad ha existido siempre.

La narradora de tu novela valora mucho el uso de la palabra ¿Qué significa para vos la palabra, y qué valor tiene?

La palabra es libertad. Poder hablar y decir lo que uno piensa o teme o siente.. eso es la verdadera libertad de pensamiento.
¿Valor? Para mí tiene mucho, claro. Hay que hablar. Los padres y las madres con sus hijos e hijas, claramente. Éstos, a su vez, deben sentir libertad para poder hablar en el ámbito familiar, escolar, con sus amigos... El silencio es bueno cuando se desea, cuando se busca, cuando quiere estarse solo, con uno mismo, y pensar, escribir... hay que respetar el silencio deseado. Pero el silencio impuesto, el tabú, el miedo, las corazas, ... eso es muy muy malo. Y no se lo deseo a nadie. Sobre todo todo todo, no se lo deseo a ningún niño.
En nuestra situación familiar, la solución contra este silencio no está en ningún caso en dejar de tener hijos por parte de los homosexuales, sino en el respeto y la aceptación de las diversas realidades por parte de todos.

¿De qué manera influye el hecho de que la pareja sea homoparental a la hora de criar al hijo/a?

En nada. Criar a un hijo (aunque aún no tengo) creo que es amarlo y enseñarle a ser persona. Eso lo hace cualquiera que tenga humanidad. Yo he tenido a mi alrededor ciertas personas que se complementaban en sus caracteres y sus funciones para llevar a cabo mi educación de la mejor manera posible. Creo que eso es lo mismo que hace todo el mundo, del sexo que sea o con la orientación sexual que tenga.
En todo caso siempre digo que prefiero tener dos madres felices que una madre frustrada por tener que estar con un hombre al que no ama. Cualquier hijo quiere ver a su madre o padre o madres o padres (o lo que sea) felices. Eso es lo que es bueno para los niños y niñas. Lo demás son discursos vacíos.
También me gusta puntualizar que los hijos e hijas de familias homoparentales no sólo somos hetero u homosexuales en la misma proporción que en los casos de otras familias, sino que además tenemos la garantía de poder elegirlo con libertad.

¿Cómo ves la situación de las parejas homoparentales de Latinoamerica, con respecto a temas como el matrimonio y la adopción?

Siento decirte que la desconozco mucho, aunque en Buenos Aires me interesé y sé que la cosa está avanzando, de lo cual me alegro mucho. Espero que esa ley no se haga esperar demasiado. A mí en general este asunto me enerva bastante, me ofende que no se trate a este tipos de familias con igualdad de condiciones. No somos indignos de los mismos derechos. A veces prefiero no pensarlo mucho. Porque al final me parece que con un libro no da para nada y me dan ganas de poner a gritar y peder las formas.

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